Deja de Creer. Ríndete


"Si quieres ver la verdad claramente, nunca te muestres a favor ni en contra. La lucha entre "a favor" y "en contra" es la peor enfermedad de la mente".

BRUCE LEE.

"No hay nada malo ni bueno en sí mismo, es nuestro pensamiento quien lo transforma".

HAMLET.

"La esclavitud comienza en la mente y consiste en elegir creer que no tienes ninguna opción. La elección es el botón de encendido y apagado de nuestro poder. Cada segundo de nuestra vida es realmente sólo una elección para vivir de una u otra manera. No hay ninguna verdad definitiva. Elegimos la realidad momento a momento, basándonos en una creencia o en otra, y también podemos elegir o des-elegir".

ANDREA BALT


Nunca nos ponemos en contacto con la realidad, sino que percibimos todo a través de un filtro mental, que construimos según nuestras experiencias de vida, positivas o negativas, las enseñanzas de nuestros padres o el aprendizaje al que estamos sometidos. Una niebla espesa oculta toda posibilidad de acercarnos a esa realidad, ya que nuestra forma indiscriminada de acumular acontecimientos pasados, traumas y temores distorsiona la percepción, lo que hace que no sepamos donde se encuentra la verdad o que ésta parezca siempre muy lejos de nosotros. Por eso, igualmente, cada uno crea su realidad diferente de la del resto. Todo lo que creemos ser y lo que nos rodea tiene que ver con nuestros filtros mentales.

Nuestro cerebro filtra la información que recibimos a través de nuestros sentidos, pero ¿qué descarta y qué es importante para él? En la base de nuestro cerebro hay una red de conducción nerviosa que hace de filtro para todos los mensajes que nos llegan del exterior. Es el SAR. El SAR (sistema de activación reticular) opera 800 veces más rápido que la mente consciente y es quien se encarga de traer a nuestra vida las cosas que están en sintonía con lo que creemos. Eso que nos llega no es ni deja de ser real, está filtrado, pero hace que aparezcan circunstancias que desde nuestra mente consciente serían impensables, cosas que nos hacen creer que la vida es así, que no tenemos o tenemos suerte o que estamos en manos del destino.

Esta es la razón por la que, igualmente, juzgamos las cosas antes de experimentarlas, se nos repiten los procesos, siempre caemos con personas que se parecen, una misma cosa nos ocurre una y otra vez, nos bloqueamos, nos resistimos, postergamos, opinamos sin criterio, los negocios nos fallan, no emprendemos, fallamos siempre en lo mismo o nos consideramos, torpes, desatinados, inmaduros, e incapaces de salir de nuestro rincón seguro, aunque ese rincón sea insoportable. En definitiva, esto es lo que hace que siempre creamos estar en la verdad o tengamos tanto miedo a la vida.


¿Si todo pasa por el tamiz de nuestra mente, cómo sabemos entonces lo que es real y lo que no? Ni nos lo planteamos. Para casi todos, lo que creemos es real. Actuamos y reaccionamos según filtros mentales que están configurados por nuestras creencias, ideales, valores, experiencias, vivencias, antecedentes familiares, cultura, estados emocionales, hábitos de pensamiento, esquemas mentales, ideas preconcebidas, expectativas, ... La suma y resultado de todo esto se ocupa de “transformar” la realidad en “nuestra realidad” y nos hace creer que siempre tenemos razón. Las cosas son como son, porque así han sido siempre y así lo creo yo ¿Yo? Y… ¿Son?

Todos tenemos una imagen distorsionada de la realidad, porque toda realidad está teñida de pensamientos y creencias, que tienen que ver con toda esa gama de cosas que hemos acumulado en nuestras vidas. Todos, sin excepción, vemos las cosas, no como son, sino como nosotros somos. ¿Cómo son las cosas entonces? Son, esto es lo único que podemos tener claro. Todo es creado a partir de sistemas de creencias inconscientemente elegidos e incontrolados.

Al experimentar la vida, consciente o inconscientemente, a través de nuestro paradigma, lo mantenemos y lo reforzamos. A cada instante la mente se fortalece porque le damos la razón. Las creencias hacen que percibamos el mundo tal como nuestro sistema lo define. No hay percepción objetiva y lo que es aún peor, nos pasa desapercibido si ese filtro, por el que la realidad se pone en contacto con nosotros, tiene un contenido válido o si nos limita y nos quita poder.


Las diferencias entre nosotros son infinitas, los filtros tienen coincidencias, pero son distintos, nos ajustamos al paradigma que se nos transmite por herencia, pero, además,  pensamos como pensamos y nuestros pensamientos tienen un importante papel mediador entre nosotros y la realidad. Así, el diálogo interno que creamos ante cada situación y los pensamientos recurrentes tienen una importante repercusión en nuestro estado emocional. Podríamos decir que todos tenemos y no tenemos razón. La interpretación de las cosas depende de los puntos de vista y de la inmutabilidad de esos puntos de vista.

Tener puntos de vista es normal, pero que sean inmutables nos hace esclavos de nuestro propio pensamiento y nos invita a  entrar en una condición estática, en la que cualquier proceso se bloquea. Ver como los demás caminan encerrados en sus puntos de vista parece fácil, pero vernos a nosotros en la misma situación nos cuesta, no reconocemos el espejo, lo que no nos permite darnos cuenta de hasta dónde somos prisioneros de lo que creemos y pensamos. Estancarnos así, hace que permanezcamos en una zona de confort, a veces muy poco confortable, pero que nos da seguridad.

Pero el ser humano no es eso que parece. Necesitamos estar en constante movimiento, abiertos al cambio. La evolución es apertura, es crecimiento, es ver lo que nos limita y ser flexibles, para utilizar los puntos de vista que sean válidos en cada situación y para, de esa forma, experimentar la vida con libertad y plenitud. Hemos aprendido a tener creencias, a tener puntos de vista y hemos aprendido a vivir con ellas o a no vivir. Nuestra conciencia se ha identificado por completo con nuestro sistema mental, pero no somos lo que creemos y tampoco somos lo que pensamos.


Nuestro férreo paradigma nos hace ver la vida de la forma en que hemos aprendido. Salir de esos sistemas es duro, porque así lo hemos aprendido en la infancia y porque vivimos en un entorno que comparte ese mismo sistema de creencias. Al final, aunque éste nos esclavice, la esclavitud compartida parece menos esclava. Además, nos conformamos y lo asumimos. Es lo que conocemos. Sin embargo, la práctica habitual del sistema lo refuerza y nos perpetúa en una rueda en la que las cosas y las circunstancias se repiten, aunque no nos gusten. Las creencias han servido para sobrevivir y a la mente reptiliana eso le parece perfecto, porque lo importante es la continuidad de la vida. Da igual cómo, da lo mismo si nunca elegimos conscientemente, para ella es indiferente la felicidad o infelicidad que estos sistemas nos propicien. Lo importante es que estamos vivos. Ese es el éxito.

De esta forma la mente lucha por mantenerse aferrada a estos paradigmas exitosos, atada a nuestro pasado, atada a una historia que no existe en otro lugar que en la propia mente, que disfruta con el estatismo y la seguridad antes que cambiar de perspectiva. Tiene tanto miedo que prefiere mantenerse donde está, pero nada nuevo se habría descubierto, de no ser porque algunas personas decidieron hacer frente a las resistencias de su propia mente y a las de su entorno social, nada nuevo habría sido posible sin esos profundos cambios de perspectiva. De otro modo la tierra seguiría siendo el centro del universo o plana…y tantas otras cosas.

Somos y seremos esclavos mientras nuestro cerebro nos dirija, mientras seamos incapaces de sentir sin juicio, mientras crear nuestra realidad se nos haga imposible. Abrirnos a la posibilidad de un cambio en nosotros y en lo que creemos nos asegura crecimiento. Ablandar la mente pequeña, abre la puerta a la mente superior y eso nos trae armonía y toda la dicha de experimentar el momento presente. Sólo a la mente reptiliana le interesa el pasado o cubrir expectativas futuras. El ser humano que usa su mente superior sabe que no existe nada que no esté en este instante mismo en el que estamos vivos. Sólo en el instante presente es posible celebrar la vida y vivir en plenitud.


Nuestra actitud define todo lo que nos sucede. La realidad está formada por nuestros pensamientos y los comunes con la mayoría. Nuestro destino, el de todos, está definido por ese núcleo de pensamientos comunes que tiene detrás todas las creencias. La mente se configura como un sistema inmutable en la que los cambios no se plantean y son poco aceptados por la mayoría, aprendemos por imitación, aprendemos sin comprender lo aprendido, sin cuestionar, sin dudar de lo que se nos enseña.

Sin embargo, el cambio es posible. Si aprendemos por repetición, si este sistema del que hablamos se fortalece con el uso, también se debilita a fuerza de promover un cambio continuo y constante. "El ser humano se hace libre cuando aprende a utilizar su sistema mental en lugar de ser manejado por él". El ser humano cambia cuando deja de creer en todo lo que le es externo, cuando acepta que se equivoca, que comete errores, que es perfecto en su imperfección, cuando se ama y ama todo lo que le rodea. El ser humano cambia cuando deja la alerta constante, cuando no siente la vida como un peligro, cuando fluye sin miedo. El ser humano cambia cuando acepta y se rinde al momento presente.


"Nunca entendiste la vida porque así se suponía que debía de ser. Estabas destinado a vivir, a vivir sus muchas paradojas…

Cuanto más das sin ninguna expectativa, más recibes a cambio. Cuanto menos te preocupas, cuanto más sueltas los resultados, más cuidas y amas el viaje. Cuanto más puedas ser tú mismo, menos necesidad tienes de aferrarte a un yo.

Cuanto más espacio les ofrezcas a los pensamientos, menos serás controlado por ellos, y cuanto más profundamente lo hagas, mejor comprenderás que no eres el pensador.

El amor no es lo que consigues, es lo que eres. La iluminación no es un destino, es la luz que ilumina el camino. A veces un ‘no’ es un SÍ masivo a la vida. A veces tienes que fallar, y caer, para sentir que has tenido éxito al ponerte de pie. Eso que tanto anhelas, es lo único que no puede ser encontrado, porque ya está aquí, en el corazón de ese mismo anhelo.

Cuanto más conoces la muerte, más conoces la vida. Cuanto más huyes de la muerte, menos vivo te sientes. Tienes que volverte como un niño para entrar en el Reino. Cualquier cosa en la que creas puedes dudar de ella, y sólo la duda es completamente indudable. En lo Desconocido reside la clase más profunda de Conocer. E incluso tu confusión es vista con absoluta claridad, a través de los ojos del amor incondicional".

Jeff Foster



FUENTES:

El poder de elegir. Annie Marquier. Ediciones Luciérnaga, 2006.

La voz de tu alma. Laín García calvo. Edición propia, 2013.



Lucía Madrigal              



No hay comentarios :

Publicar un comentario