Las Cuencas de los Ríos Españoles. El Agua


De nuestros ríos parte el agua que bebemos, el agua con que nos duchamos, el agua con que regamos los cultivos, EL AGUA. No damos importancia a la contaminación de que son objeto los ríos, pero las cuencas españolas se encuentran en muy mal estado. Río Tinto, en Huelva, es la peor, debido a las toneladas de vertidos altamente contaminantes, producidos por las empresas químicas, pero otras no se quedan atrás. Un estudio promovido por Grenpeace muestra un panorama, cuanto menos, preocupante. El estudio es de hace unos ocho años, pero no parece viable que las cosas hayan cambiado desde entonces.

En Galicia, zona de abundantes precipitaciones, pero con ríos de escaso recorrido, los cauces están fuertemente regulados, con una presa por cada 132 kilómetros. Esto ha provocado casos como el de la presa en las 'Fervenzas' de Ézaro, sobre el río Xallas. La construcción de un embalse mantiene seca la cascada natural, que se formaba en la desembocadura, y no se respeta el caudal ecológico mínimo del río (el 10%). Las protestas de organizaciones y vecinos desde el año 2000 sólo han conseguido que la central suelte agua los domingos de 12.00 a 13.30 horas, para que los ciudadanos puedan contemplar la cascada, durante ese rato.


En cuanto a la calidad del agua, la Xunta admite que sólo el 22% del agua superficial cumple con los objetivos medioambientales de la Directiva Marco. El principal problema de la cuenca es la falta de depuración de las aguas residuales urbanas de muchas poblaciones.

Las modificaciones y dragados de ríos son habituales en la cuenca hidrográfica del norte. Además, los vertidos de aguas residuales están generalizados, sobre todo en cauces de la red hidrográfica gallega, y afectan a varios ríos, especialmente al Limia.

El 40% del agua embalsada de esta cuenca tiene problemas de eutrofización, contaminación por nitrógeno y /o fósforo, lo que aumenta la turbidez y el crecimiento de algas. Esto da a las aguas color, sabor y olor desagradables, haciéndolas inservibles para el consumo.

En las cuencas del País Vasco, la actividad industrial, ligada al aumento de la población, ha provocado un fuerte crecimiento de la demanda de recursos hídricos. En los ríos vascos, se levantan más de un millar de diques que modifican la dinámica natural de los  cauces. Los vertidos industriales han provocado que en la mayor parte de los tramos medios y bajos de los ríos haya elevadas tasas de contaminación por metales pesados y otros compuestos tóxicos y peligrosos. Además, los vertidos son muy importantes: hay 284 núcleos urbanos que todavía no depuran sus aguas residuales.


El consumo agrícola es predominante en la cuenca hidrográfica del Duero, donde el 52% de la superficie de la cuenca la ocupan campos de cultivo. Uno de los problemas principales de esta zona son los vertidos industriales, que han llegado a afectar seriamente el suministro de agua potable a poblaciones como Ávila o Valladolid. Además, es deficiente o nulo el grado de depuración de aguas residuales urbanas.

En los acuíferos, los mayores problemas provienen de las purinas de explotaciones porcinas, que afectan a acuíferos como el de Los Arenales, el mayor de España.

La cuenca hidrográfica del Tajo resulta un caso especial por el elevado consumo de agua, básicamente por la población de Madrid. A pesar del elevado número de presas, se ha denunciado el escaso caudal de muchos ríos, como el Lozoya o el Jarama, dado que la política del Canal de Isabel II, que gestiona estas aguas, es que no circule apenas agua por los ríos, por lo que no se pueden satisfacer las necesidades para la fauna y la flora.

En cuanto a la calidad, el 80% de los acuíferos presentan problemas de contaminación por nitratos, y el deficiente estado de depuración de las aguas residuales hace que 21 de los embalses tengan niveles altos de Eutrofización, contaminación por nitrógeno y /o fósforo.


En la cuenca hidrográfica del Guadiana, los vertidos industriales y las malas prácticas agrícolas hacen que el agua del río sea de muy mala calidad. Los contenidos en amonio, fosfatos y microorganismos detectados, aguas abajo de ciudades como Ciudad Real, Badajoz o Mérida son especialmente elevados. Además, son especialmente importantes los vertidos de origen industrial

En las orillas del río Tinto se acumulan más de 120 millones de toneladas de residuos tóxicos y radiactivos, que hacen que Huelva sea la zona de España con mayor tasa de morbilidad por cáncer.

También es destacable el caso del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, donde la extracción ilegal de pozos (hay al menos 60.000 en los acuíferos 23 y 24) es preocupante. El Parque de las Tablas ha pasado de tener 20 kilómetros cuadrados de extensión a tan sólo 1 kilómetro, y las marismas tienen que ser regadas con agua de pozos.

La cuenca hidrográfica del Guadalquivir presenta afecciones extremas por falta de depuración, contaminación química y campos de golf.

La cuenca hidrográfica del Ebro es calificada por Greenpeace como  “muy deficiente”, principalmente por los vertidos de origen industrial. Como ejemplo sirve el vertido de las 300.000 toneladas de residuos peligrosos de la empresa Ercros, depositadas dentro del cauce del Ebro. De este río se abastece una población cercana al medio millón de personas. También destacan los vertidos de aguas residuales urbanas, especialmente en la zona de Aragón.


En esta cuenca, la introducción de especies acuáticas exóticas, como el mejillón cebra o los siluros, ponen en serio peligro la desaparición de especies autóctonas.

En las cuencas internas de Cataluña, el principal problema son los vertidos de origen industrial, especialmente en los ríos Foix y Morgent, seguidos por el Llobregat y el Besós. Además, en municipios como Barcelona, Sabadell o Viladecans no se depuran las aguas residuales urbanas, o se hace de forma deficiente.

A la mala calidad contribuye la contaminación de los acuíferos por las malas prácticas agrícolas y ganaderas, que han contaminado con nitratos el 15% de los reservorios de esta cuenca, y la excesiva demanda de agua  por parte de la agricultura, los núcleos urbanos y el turismo.

Las Islas Baleares cuentan con muy pocos ríos. Casi todos los recursos hídricos provienen de acuíferos, que en su mayor parte están contaminados por las malas prácticas agrícolas. Además, la presión urbanística y el uso turístico provocan una sobreexplotación de los recursos.

Las peores afecciones de la cuenca hidrográfica del Júcar son la falta de depuración, el modelo agrícola, el turismo y  los campos de golf. A esto se suman problemas generados por la sequía y la desertización. Mención especial merecen los regadíos de Albacete, que han provocado que el cauce del Júcar permanezca totalmente seco en 40 kilómetros de su recorrido.

La cuenca hidrográfica del Segura está en una situación muy grave por la agricultura, la contaminación química, el modelo energético, el turismo, los campos de golf, y la sequía. El informe de Greenpeace califica esta zona como 'un paradigma de la pésima gestión y la falta total de control', en una zona que además tiene las menores aportaciones naturales de todas las cuencas del Estado. A pesar de ello, posee el segundo consumo porcentual más elevado de agua para usos agrícolas.


Sólo en la provincia de Albacete, el 50% de sus municipios no da tratamiento alguno a sus aguas, lo que ha transformado la parte baja de los ríos Segura y Guadalentín en colectores de aguas fecales. Además, las malas prácticas agrícolas han provocado que buena parte de las aguas subterráneas estén contaminadas con nitratos y pesticidas.

Además, la altísima demanda para la agricultura ha provocado la detracción de caudales, tan elevada, que en muchas zonas sólo llega al mar el 4% del caudal de los ríos, muy por debajo del caudal ecológico mínimo, establecido en el 10%.

La comunidad Canaria es pionera en la utilización de la desalación de agua marina.  A pesar de ello el suministro para casi todos los usos proviene de aguas subterráneas, lo que acarrea importantes problemas de sobreexplotación.

La investigación científica avala, cada vez con mayor documentación, la necesidad de recuperar las características naturales de los ríos y riberas de los mismos, para fomentar la biodiversidad de los ecosistemas fluviales. Además, cuando los niveles de contaminación de las aguas son altos, los ríos no sólo dejan de ser una fuente de vida, si no que el agua que llevan deja de ser un recurso útil para la vida.

Hoy por hoy, el agua a nuestra disposición está muy tratada, porque de lo contrario, nos envenenaríamos. Aún así, se hace imprescindible el uso de ionizadores y filtros para beber agua “Buena”. Sin agua buena, nuestro cuerpo se resiente y enfermamos, porque en primer lugar, y aunque nos parezca extraño, nos deshidratamos y en segundo lugar, porque la depuración celular que hace el agua no se produce.

Pagamos por el agua y estamos en nuestro derecho de demandar agua de la mejor calidad.




Lucía Madrigal                



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