La Digestión. La Secreción Ácida Gástrica


Nuestra forma de comer es muy importante para facilitar el proceso digestivo, pero también es muy importante lo que ponemos en la boca. En nuestro mundo moderno, los alimentos procesados, por lo general, están llenos de endulzantes, colorantes artificiales, conservantes, grasas poco saludables, todos los cuales están diseñados para atraer a los sentidos, incluyendo las papilas gustativas.

La digestión, en realidad, es una combinación compleja de interacciones biológicas y reacciones químicas que se desplazan por todo el tracto digestivo, en la medida en que el alimento pasa por él. El tracto gastrointestinal también es la casa de la mayor parte del sistema inmunológico del cuerpo,  que actúa como protector de invasores extraños mediante la producción de ácidos. Las colonias de bacterias benéficas también actúan como un ejército de defensa para eliminar  los patógenos que entran en el cuerpo. La buena digestión es crítica para tener una buena salud y un aparato digestivo sano es vital para una buena digestión.


Cuando comemos, la boca comienza a trabajar, utilizando la lengua y los dientes para convertir la comida en pedazos pequeños (por medio de la masticación) y utiliza las enzimas de las glándulas salivales para comenzar a romper químicamente las moléculas de comida, en porciones que pueden ser absorbidas por el cuerpo. Esta es la razón por la que se recomienda comer lentamente y masticar los alimentos de forma apropiada (al menos 20 veces). Porque la digestión comienza en la boca.

Otro beneficio de masticar los alimentos por más tiempo es que se digieren mejor. Hay muchas enzimas digestivas en la cavidad bucal y aunque cada alimento sigue diferentes procesos, masticar por más tiempo, permite que estos se descompongan mejor. A esto hay que añadir, que cuanto más tiempo tenemos los alimentos en la boca, más disfrutamos de su sabor y que es mejor, que los alimentos y los líquidos que son consumidos estén a la misma temperatura del cuerpo, así que, lo ideal es dejar que los alimentos fríos se calienten un poco en la boca y los alimentos calientes se enfríen, porque esto ayuda también a una buena digestión.


Volviendo al proceso digestivo. Una vez que los alimentos pasan por la boca,  son tragados y llegan hasta el esófago, que tiene un ambiente típicamente alcalino. De allí pasan al estómago, parcialmente licuadas. No es de sorprender, que aquí también puedan desencadenarse otra serie de problemas, porque casi siempre la digestión no ha empezado bien.

Según la explicación convencional, el ambiente en el interior del estómago es altamente ácido y realmente se producen secreciones ácidas en él. Digo esto, porque hay algunos investigadores, como el Dr. Robert O. Young que afirman que en el estómago continúa la alcalinización del alimento y que el ácido clorhídrico no es una causa sino un resultado de la digestión. En su libro “la Milagrosa Dieta del PH”, él explica que la mucosa estomacal secreta sales alcalinas y que por cada molécula de este potente alcalinizante, se genera también ácido clorhídrico como producto de desecho. El bicarbonato sódico  asciende a la superficie del estómago para encontrarse allí con el bolo alimenticio y lo alcaliniza, pero el ácido clorhídrico cae en las criptas gástricas del estómago, lejos del alimento. Él cree que el ácido clorhídrico presente en el estómago tras la digestión, demuestra que el alimento ha sido digerido y total o parcialmente alcalinizado porque lo que llegue al duodeno tiene que estar en estado líquido y alcalino, para que el proceso digestivo continúe adecuadamente.


El ácido estomacal está muy presente en el estómago y según una opinión u otra, actúa como la segunda línea de defensa en contra de los patógenos dañinos, que podrían haber pasado la primera línea de defensa en la boca. El ácido se produce para aniquilar a las bacterias que hayan podido entrar en nuestro cuerpo con los alimentos y con él se libera la pepsina, enzima cuya función es digerir las proteínas. Es curioso y sorprendente que el cuerpo libera las cantidades oportunas de ácido clorhídrico, dependiendo de los alimentos ingeridos y de la necesidad del mismo, porque cada célula de la pared estomacal está especializada. Un revestimiento mucoso protege el estómago de todo este ácido.

Cuando se es joven el cuerpo produce suficiente ácido para que el proceso digestivo se produzca con normalidad, pero a medida que se envejece, se reduce la producción de ácido. Muchas personas comienzan a experimentar problemas a partir de los 30 o 40 años, cuando el ácido estomacal baja sus niveles.

Así que a medida que se envejece, es más común experimentar acidez estomacal, indigestión y otros tipos de disfunciones y contrario a lo que se podría pensar, estos problemas, por lo general, son causados por la reducción del ácido estomacal, no por el exceso de éste. El abuso de nuestro tracto gastrointestinal, o de nuestro cuerpo al completo, a través del exceso de comida, el contacto con productos químicos y el estrés, también hacen decrecer los ácidos.

Teniendo en cuenta  la explicación del Dr. Young, si el alimento debe ser alcalinizado y el ácido clorhídrico es un resultado del proceso anterior, un alimento acidificante necesita más sales alcalinas para ser alcalinizado y por tanto, el ácido clorhídrico que se produce como resultado es mayor, en cantidad. Y todo esto es normal, ya que el cuerpo siempre hace bien su trabajo y procura facilitar el proceso digestivo al máximo. Los ácidos del estómago son una medida de protección e imprescindibles para el cuerpo, son naturales. Lo que no es natural es el consumo de alimentos poco masticados, de mala calidad y con un alto grado de acidez, ya que esto dificulta mucho la digestión en el estómago y en el tracto digestivo. Luego el supuesto problema de la acidez, no es otra cosa que una carencia de ácidos estomacales para digerir nuestra alimentación deficiente y tóxica. Todo esto añadido a nuestra habitual acidosis metabólica, que sólo tiene que ver con los ácidos estomacales en el uso de la misma terminología. No son lo mismo y no tienen nada que ver. Paradójicamente, los ácidos estomacales, en una producción normal, son sinónimo de salud y la acidosis metabólica siempre está unida a la enfermedad.


A la acidez estomacal, la indigestión y demás, la medicina convencional responde con los llamados auxiliares digestivos, incluyendo la clase de medicamentos llamados inhibidores de la bomba de protones y bloqueadores H2, que en realidad suspenden la producción de ácido, lo que empeora el problema de varias maneras:
  • Dificultando la absorción de hierro, calcio o magnesio.
  • Impidiendo la liberación de enzimas digestivas.
  • Debilitando el equilibrio bacteriano.
  • Reduciendo el ácido estomacal aún más, que es lo contrario a lo que el cuerpo necesita para funcionar adecuadamente.
  • Empeorando los problemas en el sistema digestivo.
  • Comprometiendo la absorción de vitamina B-12.
La vitamina B12 es una vitamina que únicamente puede ser digerida por el cuerpo con un ácido estomacal elevado, porque se necesita mucho ácido para descomponer la vitamina B. Si se detiene la producción de ácido estomacal, el cuerpo no obtendrá la vitamina B12 que necesita de los alimentos que come.

Así que claramente lo mejor es hacer frente a la causa de las alteraciones digestivas por medio del aumento del ácido en el estómago, no disminuyéndolo. Las personas que carecen de suficiente ácido clorhídrico acaban con demasiada materia tóxica, resultado de una digestión deficiente, circulando por su organismo. Es así, como un déficit en ácido gástrico puede convertir alimentos nutritivos en sustancias perjudiciales.

Victoria Boutenko realizó un estudio, al que dio el nombre der “Estudio Roseburg” para determinar la hipoclorhidria de un grupo de población representativo. A todos ellos se les pasó una encuesta y en general, todos tenían bajos niveles de ácidos en el estómago, según las respuestas. En Rusia, cuando se quieren determinar estos valores no se hacen preguntas, se da a beber al paciente jugo de remolacha y se observa el color de su orina y de sus heces. Si el color de ambos o alguno de ellos es rojizo, aunque sólo sea un poco, los niveles de ácido clorhídrico son bajos. Ella propone la ingestión de zumos verdes para mejorar esta condición, ya que se ha demostrado que es sumamente útil.


En la mucosa intestinal hay pequeñas proyecciones llamadas vellos, que secretan jugos gástricos. Sin embargo, si se continúa tomando antiácidos los vellos se hacen más cortos, con lo que se debilita su función. Esto se conoce como atrofia de la mucosa. Al avanzar la atrofia, la mucosa gástrica adelgaza, causando inflamación. Esto es lo que se conoce como gastritis atrófica. Este tipo de problemas nos hace más vulnerables a la Helicobacter Pylori y otras clases de bacterias que empeoran la inflamación del estómago y pueden derivar en problemas más serios. Es muy importante evitar los medicamentos estomacales, incluidos los antiácidos.

Cuantos más antiácidos tomes, más daño generarás a tu cuerpo. La acidez se produce cuando se traga saliva alcalina que lava el ácido gástrico que asciende por el esófago. Cuando comes de más o estás indigesto, hay más alimento que alcalinizar y por tanto, más producción de ácidos que suben por el esófago, pero es muy difícil que la saliva los lave por su producción excesiva, lo que da como resultado ulceraciones similares a arañazos llamadas erosiones esofágicas, que duelen y molestan. Esto es lo que comúnmente se llama acidez.


En otras palabras, para suprimir la acidez lo que se tiene que hacer es evitar el flujo del estómago al esófago masticando bien, tomando alimentos saludables, comiendo y bebiendo con moderación y evitando todo tipo de tóxicos. Otra cosa importante es no cenar cerca de la hora de ir a dormir.

Con estas simples recomendaciones ganaremos en salud y bienestar.

El buen funcionamiento de nuestro aparato digestivo siempre es sinónimo de buena salud.



FUENTES:

La Milagrosa dieta del PH. Robert O. Young. Ediciones Obelisco, 2012.

La Revolución Verde. Victoria Boutenko. Ediciones Gaia, 2012.

La enzima Prodigiosa. Hiromi Shinya. EPub, 2005.



Lucía Madrigal               



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