Alimentarnos Desde el Corazón


NUESTRO CUERPO… Trabajamos con él, simplemente, con la intención de que nos guste, está ahí y es el que está diseñado para nosotros, el cuerpo perfecto para que aprendamos a amarnos, a honrarnos y respetarnos. Cuando nos miramos en el espejo, buscamos la perfección de lo perfecto. Porque nuestro cuerpo es perfecto, pero, básicamente, nos gusta poco y entonces tomamos la decisión de ir a un centro de belleza, al gimnasio o hacer dieta. Cambiamos de imagen, nos compramos ropa diferente, y seguimos haciendo dieta, buscando fuera lo que no encontramos dentro.


Hacemos del cuerpo nuestro enemigo que engorda, que se duele, que nos muestra justo lo que no queremos saber de nosotros mismos y, además, pensamos justo lo que nos sigue engordando y creando malestar. Es una rueda, un círculo vicioso, pienso y me siento, siento mi cuerpo y mi psique me trae justo lo que he pensado desde el principio y no me gusto, me rechazo y me castigo. Lucho contra lo que soy: cuerpo, mente y espíritu, y no encuentro la paz, porque no hay paz en la lucha constante. Hasta los guapos quieren ser más guapos.

Cómo la mente es creadora y pone en evidencia los pensamientos, cada vez nos trae una imagen más empequeñecida de nosotros, para que ya no nos gustemos ni con músculos o prótesis, porque no hay satisfacción en la constante creencia de ser imperfecto.

Y si  la mente crea y cada vez se ensucia más con todos estos pensamientos tóxicos ¿por qué no limpiar la mente y el cuerpo, o los dos a la vez, para disipar el camino a lo que somos? El cuerpo muestra lo que se mueve dentro de mí. Si cuido mi cuerpo, éste envía un mensaje de amor a mi interior y la rueda se invierte, para que con el tiempo, todo se libere. Los mensajes fluyen de dentro hacia fuera, de fuera hacia dentro. Una solución es, por tanto, aliarse con el cuerpo. Y… ¿Eso qué significa? Significa proporcionarle aquello que realmente le hace bien, significa atenderle, respetarle, escucharle, dejarnos guiar por nuestro instinto, por el amor que se mueve en nuestro interior.


El equilibrio de nuestra fisiología  y de nuestra salud física depende de tres funciones: la alimentación, el metabolismo y la eliminación. Cuando sólo una de las tres empieza a funcionar forzada, las demás también lo hacen y tenemos síntomas porque las toxinas se acumulan, síntomas que en la mayoría de los casos no escuchamos, porque esas son consideradas cosas normales del cuerpo y siempre hay una justificación para ellas. Pero nuestro cuerpo es una máquina perfecta en forma y función y si nuestra mente está confusa, indecisa, lenta…, está saturado. Si nos sentimos cansados, deprimidos, mal humorados, faltos de ánimo…, está saturado. Y si nos vemos con los párpados hinchados, ojos rojos, amarillos, vista turbia, nariz taponada, boca pastosa o seca, lengua sucia, tenemos necesidad de toser o escupir, mal aliento, picores en el cuero cabelludo, dolores de cabeza u otros, está saturado.

Todos estos síntomas corresponden a un ensuciamiento de los órganos de eliminación y a un principio de intoxicación general que deberíamos abordar. ¿Cómo? Podríamos empezar por observar nuestra forma de vida sin modificarla, para establecer la relación entre lo que llega a nosotros y como nos sentimos cuando lo digerimos, después, sustituir todos los alimentos desnaturalizados por otros saludables, explorar hasta llegar a eso que constituye para nosotros un alimento adecuado. Cuando la alimentación nos proporciona las sustancias vitales que el cuerpo necesita, observamos una energía física constante, más alegría y nos sentimos en paz.

Es cierto, la alimentación afecta a nuestras funciones vitales, a nuestro equilibrio emocional y  a las funciones mentales. Y digo alimentación que no dieta, porque las dietas parecen algo transitorio, mientras que la alimentación implica un cambio de hábitos a otros más saludables y beneficiosos. Ésta no es el único medio del que disponemos para el aprendizaje sobre la salud, cualquier técnica que nos facilite el despertar de nuestro instinto y nuestra intuición, nos ayuda a deshacernos de las vejas pautas y costumbres y nos empuja hacia un mayor bienestar y alegría de vivir.


Cada una de nuestras células tiene todo el conocimiento acumulado, para saber lo que tiene que hacer con todos los mensajes que la enviamos. La naturaleza es como es y no permite que se la mejore, eso va contra sus propias leyes, es sabia, generosa, tiene conocimiento implícito.

Debemos conocer a nuestro cuerpo, saber alimentarnos para proporcionarle el combustible adecuado, justo el que necesita para tener el funcionamiento perfecto y la eficiencia, para los que está diseñado. Él se auto preserva, se limpia y se sana, aun habiendo sido maltratado.

La salud depende de factores biológicos, conductuales y ambientales, pero ninguno de esos factores es más importante que aquello de lo que nos alimentamos. Es un patrimonio natural estar sanos y sólo hay una manera de agradecer lo que se nos ha otorgado: Enviarnos mensajes de aceptación y respeto y, por supuesto, cuidarnos hasta sentir el placer de saber que lo que elegimos está guiado por el amor que somos.




Lucía Madrigal              

No hay comentarios :

Publicar un comentario