Colesterol

El colesterol es una sustancia blanda y cerosa que está presente en la mayoría de los seres vivos del planeta. Es elaborado por el cuerpo o  extraído  de la dieta y no sólo de componentes animales; contrario a lo que se creía, los aceites vegetales contienen colesterol, es el llamado colesterol ligado, no detectado por los métodos habituales de análisis clínicos. Curiosamente, cuanto menor es el aporte de colesterol a la dieta, mayor es la producción de colesterol por parte de nuestro organismo. Esto podría indicar que existe un mecanismo de  autorregulación para mantener los valores necesitados e incluso, se habla de la inexistencia de un vínculo entre colesterol alimenticio y sanguíneo. (Ministerio de Investigación y Tecnología (Alemania)).

El Colesterol es sin duda un componente fundamental e imprescindible de nuestro organismo. Forma  la estructura de órganos importantes del cuerpo: la mitad de las glándulas suprarrenales están compuestas de colesterol, en el cerebro constituye entre un 10 y un 20% de su masa total y en el corazón alcanza un 10%, el mismo valor que en los pulmones. Desde el punto de vista funcional, cumple tareas vitales: estabiliza y protege las membranas celulares, resguarda la estructura del sistema nervioso, es precursor de las sales biliares, necesarias para el metabolismo de las grasas, es componente básico de las hormonas sexuales (estrógenos), provee la sustancia inicial para las hormonas del estrés, protege la piel y evita su deshidratación, interviene en la formación de la vitamina D, apoya el sistema inmunológico, protege a los diabéticos de daños renales, confiere elasticidad a los glóbulos rojos, es esencial en el desarrollo cerebral del recién nacido e impide malformaciones en el embrión, esto explica que la leche materna tenga el doble de colesterol que la leche vacuna.


El colesterol se sintetiza en el hígado y en el intestino delgado, sólo un 5% del colesterol total circula por la sangre y el resto realiza tareas vitales en las células, que incluso pueden también producirlo por sí mismas, en caso de que lo necesiten, para suplir las necesidades de sus membranas.

Un aspecto a añadir es el índice de variabilidad de colesterol en sangre: Aumenta en otoño un 20% y baja en invierno. También aumenta con la edad, el apetito, el estrés, el sexo, la actividad física, la hora del día, el tipo de clima, el equilibrio hormonal y las condiciones de salud. Cada individuo tiene su valor particular y es el organismo quien se encarga de regular y mantener los valores que necesita.

Las personas con valores bajos de colesterol están más expuestas a enfermedades como cáncer, discapacidades mentales, padecimientos hepáticos, anemia y sida; sin embargo, según el profesor Hans Holtmeier, el límite de 200 mg no tiene base científica y parece que ante el mismo problema de salud, las personas con valores más altos de colesterol viven más que aquellas con valores más bajos, esto significaría que el colesterol protege. Es más, nadie puede afirmar, a día de hoy, que los niveles altos de colesterol sean causa o consecuencia de enfermedades, todo esto tras experimentos realizados en geriátricos franceses. Incluso, Ancel Keys, inventor de la teoría grasas-arterioesclerosis-infarto, reconoce que no hay conexión entre alimentación y valores de colesterol ni tampoco con enfermedades coronarias.  Es más el profesor Hans Kaunitz afirma que el colesterol elevado es un mecanismo protector, ideado por el organismo, contra el infarto de miocardio. Así existen otros muchos estudios en el mundo occidental, que evidencian lo mismo. No hay estadísticas claras y sólo medias verdades.


Tampoco se difunde lo que sucede a las personas que consumen fármacos reductores de lípidos, los prospectos de estos medicamentos advierten sobre el riesgo de migrañas, mareos, trastornos alimentarios, impotencia, cálculos biliares e insuficiencia renal. Pero hay mucho más, puesto que los reductores del colesterol tienen una incidencia clara sobre la psiquis, el manejo del estrés y otros tantos problemas de salud. Lo peor de todo es que hasta la fecha, no se ha probado el beneficio de una reducción del colesterol. Hay sectores críticos que expresan su preocupación por que no se ha demostrado que estos tratamientos reduzcan la mortalidad. (Revista médica Deutsches Arzteblatt (Alemania)).

Y ¿Qué decir del colesterol bueno y malo? Es el hígado quien fabrica estructuras proteicas para recubrir y transportar moléculas de triglicéridos y colesterol hacia y desde las células. Cuando la grasa alimentaria se metaboliza en los intestinos, es transportada hacia el hígado a través de las lipoproteínas de alta densidad (HDL, colesterol bueno), para ser redistribuida de nuevo por el hígado según las necesidades del cuerpo. Esta distribución hacia las células se hace  a través de las lipoproteínas de baja densidad (LDL ,colesterol malo), para las cuales todas las células tienen receptores adecuados, quizás  entonces, sea inadecuado hablar de colesterol bueno o malo, pues en ambos casos se trata de mecanismos naturales de transporte.

Cuando las células no necesitan más lípidos cierran estos receptores y las lipoproteínas sigue recirculando por el torrente sanguíneo, hasta que las células adiposas las capturan para convertirlas en reserva o vuelven al hígado, a través de las lipoproteínas de alta densidad. Este funcionamiento es normal en nuestro cuerpo, que sabe muy bien cómo mantener la salud. El problema lo genera nuestra alimentación, la mala calidad de las grasas que ingerimos, la cantidad excesiva de las mismas y el exceso de carbohidratos, sobre todo los refinados. Ambos, carbohidratos y grasas, elevan la cantidad de colesterol y triglicéridos presentes en nuestra sangre, tanto que el sistema de transporte de HDL hacia el hígado se colapsa y al quedar todo este sobrante en forma de LDL dando vueltas en el torrente sanguíneo se genera la posibilidad de lesiones en las paredes arteriales. Cuando la dieta tiene más ácidos grasos de los necesarios, inmediatamente y como combustible se transforman en triacilgliceroles en el hígado y se empaquetan con apolipoproteínas específicas formando la lipoproteínas de densidad muy baja (VLDL- very low- density lipoproteins). El exceso de glúcidos en la dieta también se puede convertir en triacilgliceroles en el hígado, exportándose en forma de VLDL. La pérdida de triacilgliceroles convierte parte de las VLDL en lipoproteínas de baja densidad (LDL). Estas LDL son muy ricas en colesterol y lo tranportan hasta los tejidos extrahepáticos donde este es captado. Por tanto, no hay nada malo ni bueno, tan solo una dieta inadecuada para el buen funcionamiento de nuestro organismo.


Pero la génesis de las lesiones arteriales aún no se comprende bien, ya que sólo ocurren si hay daño previo o un desorden inflamatorio en la pared arterial. Sólo así se forma un depósito o ateroma en torno al cual se deposita el colesterol. El resto lo genera la sangre espesa y sucia (tóxica) y con tendencia a la coagulación (agregación plaquetaria). Hay quienes, dentro del mundo científico, sostienen que la presencia de colesterol en los ateromas es un intento infructuoso de reparación estructural.


También, hay hipótesis que indican que la lesión inicial en la pared arterial estaría originada por la enzima XO (Xantino Oxidasa) presente en la leche de vaca. Si la leche no fuera homogeneizada, los jugos gástricos neutralizarían esta enzima, pero este proceso genera un recubrimiento graso que la protege de los fluidos gástricos estomacales y le permite llegar a la sangre sin ninguna dificultad. Otro factor desencadenante del daño arterial es el almidón para cuya metabolización se requiere hidratación, cocción, buena masticación y correcta producción enzimática en el estómago (maltasa) y en el páncreas (amilasa).

El estilo moderno de producir alimentos se encarga de alterar estos procesos, lo que hace que el almidón sin degradar (gránulo micrométrico), pueda pasar a la sangre. Como es insoluble en sangre genera múltiples daños: Cálculos, endurecimiento hepático, hemorroides, depósitos arteriales…hasta podría estar relacionado con daños neuronales y demencia senil.


A esto se suman los resultados de estudios recientes que hablan de un tipo de colesterol, llamado oxicolesterol o colesterol oxidado. La oxidación del colesterol está también relacionada con el procesamiento industrial de los alimentos y con la abundancia de oxígeno en las arterias; ambas combinadas con la carencia de antioxidantes. El colesterol, si su cantidad no es excesiva, no causa problemas y hemos visto que es necesario, pero el colesterol oxidado es muy peligroso. Está relacionado tanto con la arterioesclerosis como con el infarto de miocardio. Hay muchas evidencias que indican que pasa casi inalterado a la sangre y así llega a todas las células del organismo. Podemos encontrar oxicolesterol en el huevo en polvo, de uso masivo en la industria alimentaria y en la leche en polvo, ambos productos requieren técnicas de deshidratación y secado que implican el uso de chorros de aire. Otros alimentos con oxicolesterol son los flanes, las mayonesas, las pastas, las galletitas, los chocolates, los helados, la comida rápida…


Por último cabría decir que el cuerpo tiene mecanismos para eliminar los excedentes de colesterol a través de la bilis, que es transportada hacia los intestinos y que  es la flora intestinal la que se encarga de desdoblar estos residuos. Cuando no tenemos flora o esta es deficiente, el colesterol es reabsorbido por la mucosa intestinal, retornando al flujo sanguíneo. Esto implica que si la flora es insuficiente aumentan los niveles de colesterol dañino. Sin embargo, colesterol alto no quiere decir arterioesclerosis. Hay personas con niveles altos de colesterol que nunca padecerán arterioesclerosis y personas con este problema que nunca presentaron niveles altos de grasas en sangre. Quizás sería mejor prestar atención a las necesidades de la flora intestinal que preocuparse por el colesterol elevado. También es importante realizar cambios en nuestra dieta y eliminar de la misma todos los alimentos no fisiológicos o con colesterol oxidado.

Alimentarse así no es nutrirse y nuestro cuerpo necesita nutrición adecuada, vegetales, frutas, semillas… y limpieza. Con un medio óptimo, todo vuelve a la normalidad.


FUENTES:

Nutrición Vitalizante. Néstor Palmetti. Argentina 2012.

Buen Provecho. Udo Pollmer.

Grasas Saludables. Néstor Palmetti. Argentina 2011.

Frutoterapia. Nutrición y salud. Albert Ronald Morales. Edaf,  2002.



Lucía Madrigal         



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